Yoko Ono en la Tate Modern: una retrospectiva interactiva

Yoko Ono ha inaugurado una importante retrospectiva en la Tate Modern de Londres. Esta exposición es la más grande dedicada a su producción artística hasta la fecha. La muestra presenta obras que invitan a los visitantes a interactuar con ellas, ya sea pisándolas, tocándolas o interviniéndolas con un clavo. La exposición busca desafiar las convenciones del arte y fomentar la participación activa del público.

“Music of the Mind” -“Música de la mente”- se llama esta exposición integrada por más de 200 obras que insta a despertar la creatividad de los espectadores con acciones que requieren mucho más que un tiempo de contemplación: la artista que por estos días cumplirá 91 años -más precisamente el próximo domingo- busca una interacción tan activa de los visitantes que la mayoría de las obras sólo adquieren algún sentido cuando el público participa.

“La paz es poder”, “Esta obra es para pisarla”, “Cuadro para ver el cielo”, “Roba una luna del agua del cubo, sigue robando hasta que la luna no se vea”, son algunas de las consignas o instrucciones que organizan este recorrido por siete décadas de creación de la artista cuyo inagotable ingenio se sumerge en las raíces del arte conceptual que generó vasos comunicantes entre las culturas de Oriente y Occidente.

Atravesar un lienzo para dar la mano a otra persona -que puede ser un espectador desconocido-, pisar una obra, usar un martillo para poner un clavo en la pared o jugar a un ajedrez totalmente blanco “hasta que dejes de recordar dónde están tus piezas” son alguna de las interacciones posibles que propone la muestra.

La muestra, que permanecerá abierta hasta el 1 de septiembre, recorre siete décadas de la trayectoria artística de Yoko Ono desde sus primeros pasos en el vanguardismo en Nueva York y Tokio hasta su tiempo en el Reino Unido, donde conoció a Lennon, todo desde un heterogéneo registro que abarca instalaciones, pinturas, fotografías, esculturas y piezas de audio

Muchas de las obras aluden a fenómenos actuales como el de la migración, como ocurre con el proyecto “Add Colour (Refugee Boat)” (“Añade color (Barco de refugiados)”), que ocupa toda una sala blanca en cuyo centro hay una pequeña barca del mismo color. Allí, el público podrá pintar el barco y las paredes con rotuladores azules, en referencia al color del mar hacia el que se embarcan muchas personas en busca de una vida mejor.

La exposición incluye algunas de sus obras más polémicas, como el video que muestra su performance en “Cut Piece” -Pieza cortada, 1964/1965-, un trabajo que presentó primero en Japón y luego en Nueva York. En el escenario, Ono aparecía envuelta en un vestido negro y dejaba unas tijeras a su lado, para que el público le fuera cortando la ropa. La artista intentaba llamar la atención sobre la violencia ejercida por la sociedad contra las mujeres.

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